Querido Paseante, siempre eres bienvenido. Intenta escribir algún comentario a lo que leas, que eso me ayuda a conocerte mejor. He creado para ti un Libro de Visitas (La Opinión del Paseante) para que puedas firmar y añadir tus comentarios generales a este blog. Lo que te gusta, y lo que no. Lo que te gustaría ver comentado, y todo lo que tú quieras.


Pincha en el botón de la izquierda "Click Here - Sign my Guestbook" y el sistema te enlazará a otra ventana, donde introducir tus comentarios. Para volver al blog, utiliza la flecha "Atrás" (o equivalente) de tu navegador.


Recibo muchas visitas de países latinoamericanos (Chile, Argentina, México, Perú,...) pero no sé quiénes sois, ni lo que buscáis, ni si lo habéis encontrado. Un comentario (o una entrada en el Libro de Visitas) me ayudará a conoceros mejor.



martes, 21 de febrero de 2012

Barcelona Recobrada


Con ocasión de asistir a una cena de antiguos compañeros de trabajo, tuve la oportunidad de viajar un par de días a Barcelona, en compañía de mi buen amigo Coy Antino.

Habíamos pensado en viajar por carretera. Pero como coincidieron las fechas con un frente frío que podía amenazar con hielos y demás, finalmente preferimos la comodidad del AVE. La comodidad, desde luego. Pero la economía, para nada. Creo que es urgente revisar la política tarifaria de Renfe. Teniendo flexibilidad de horarios, como era el caso, me parece impresentable tener que acabar pagando la friolera de más de 188 Euros por un viaje de ida y vuelta en Clase Turista. Bastante más de los precios a los que se puede conseguir un billete de avión para el mismo recorrido. Esperemos que lo que ha prometido la Ministra se haga pronto realidad, en cuanto a la flexibilización de tarifas que estaría preparando Renfe.
Avinguda del Portal de l'Àngel, en una mañana
festiva de Navidad.
(JMBigas, Diciembre 2010)

La cena se iba a celebrar en el Restaurante Tibèric, en la calle Tuset. Por su cercanía y porque ya lo he visitado últimamente en varias ocasiones a plena satisfacción, reservamos habitaciones en el Hotel Via Augusta, frente a la Plaza de Gala Placidia. Fue una excelente elección. A no más de 10-15 minutos a pie del restaurante, y junto a la estación de Gràcia de los Ferrocarriles de la Generalitat de Catalunya y con multitud de autobuses en todas direcciones. Un hotelito muy digno y correcto, excelentemente ubicado, que practica, según temporadas, precios muy interesantes (45-50 Euros por habitación y noche).

Tras un corto recorrido en Metro y FCGC desde la estación de Sants, llegamos al hotel en torno a las dos menos cuarto de la tarde. Hasta las 9 de la noche, disponíamos de un tiempo precioso para poder disfrutar un poco de la ciudad. El día estaba templado y el Sol lucía sobre un cielo completamente azul.
La Catedral de Barcelona, bajo el sol tibio de una
tarde de invierno.
(JMBigas, Febrero 2012)

Decidimos acercarnos primero a tomar un tentempié al Frankfurt Vallés de Gran de Gràcia. Sus bocadillos calientes de pan ligero y excelentes carnes y embutidos (de elaboración propia en Montcada i Reixach) son una institución en toda el área metropolitana de Barcelona.

Aprovechamos para cruzar desde Via Augusta por la calle del Cisne, lo que nos permitió una breve visita al recientemente remozado Mercat de la Llibertat, y pasar junto a alguna de las tiendas que formaron parte de mi infancia, como la Casa de la Pasta o el Tostadero Caracas.

Tras el almuerzo improvisado, iniciamos un paseo por Gran de Gràcia hacia la Diagonal, pasando por los Jardinets y el grandioso y lujoso Hotel Casa Fuster.

Mi amigo no conocía la tienda de Vinçon, ya en el Paseo de Gracia, por lo que hicimos una visita a ese palacio de las cosas superfluas (la mayoría), hermosas (muchas) y caras (todas).

Andar por el Paseo de Gracia es toparse a cada rato con maravillas de la arquitectura, como la Casa Milà (la Pedrera), o la Casa Batlló, más cerca de la Plaza de Cataluña, por sólo citar dos obras señeras que se deben al talento de Antonio Gaudí. Y para no olvidar tampoco las exquisitas tiendas, los deliciosos cafés, bares y restaurantes en todo el recorrido. En uno de ellos paramos a tomar un café y un chupito de brandy que contribuyó a una mejor digestión.

Bordeamos la Plaza de Cataluña hacia el Portal del Ángel, una arteria peatonal que acostumbra a estar siempre atestada de viandantes durante el amplio horario comercial.

Desembocamos finalmente frente a la Catedral, una maravilla gótica, desafortunadamente rodeada en la actualidad de andamios y grúas, espero que con buen fin. Pero el Sol tímido de esa tarde de invierno jugaba mágicamente con la piedra, creando colores cambiantes a cada rato.
La Plaza Real de Barcelona.
(JMBigas, Diciembre 2010)

Callejeando un poco en dirección al mar, pasamos frente al monumento a Ramón Berenguer III, y hasta la calle de Jaime I, que conduce a la Plaça de Sant Jaume. Una tienda inhabitual llamó poderosamente nuestra atención. Se trata de JocsMallart, un local relativamente pequeño pero atestado de toda clase de juegos de mesa, que dispone, creo, de todas las barajas de cualquier tipo de naipes que se hayan producido alguna vez en alguna parte del mundo.

La Plaça de Sant Jaume parecerá relativamente pequeña a quien no la haya visto nunca. Pero allí se enfrentan los dos monumentales edificios que son la sede del Ayuntamiento de la ciudad uno y de la Generalitat (el gobierno regional), el otro.

Seguimos por la calle Ferran en dirección a las Ramblas. Pero a mitad de camino nos desviamos a la izquierda hacia la Plaza Real, que da gusto verla en estos últimos tiempos. Hace años era una de las partes más deprimidas de la ciudad, donde se acumulaba el peor lumpen, provocando un entorno degradado del que huían tanto los nativos como los visitantes. Pero hoy sus palmeras alegran una plaza cuadrada de tamaño medio, donde hay varios restaurantes con agradables terrazas exteriores alrededor.

Por la Rambla de Santa Mónica (la parte más ancha y despejada de todas las Ramblas) bajamos hasta el borde del mar. Con la estatua dedicada a Colón en el centro de la plaza, y los edificios del Gobierno Militar y del Puerto de Barcelona como guardianes de la zona. Ya había anochecido, y el viento junto al mar en el Port Vell era bastante fresco y molesto.

Decidimos iniciar la vuelta al hotel, para lo que tomamos el Metro en Drassanes. Cambiamos en Catalunya a los FCGC, hasta Gràcia. Llegamos al hotel antes de las 8 de la tarde. La cena estaba convocada para las nueve, por lo que tuvimos un ratito para relajarse y revisar las novedades en el Notebook, gracias al WiFi gratuito disponible en todo el hotel.
Monumento a Colón, junto al Port Vell de Barcelona.
(JMBigas, Diciembre 2010)

A las ocho y media nos fuimos para el restaurante. En la esquina de Balmes y Travessera de Gràcia le mostré a Coy Antino el colegio donde estudié yo entre los 7 y los 15 años de edad: la Escuela Pía de Balmes.

Llegamos al Restaurante Tibèric con diez minutos de antelación, pero algunos ya se nos habían adelantado, y el resto fueron llegando en los siguientes minutos. Con algunas deserciones de última hora, nos juntamos 16 personas: 15 hombres con mucho pelo blanco, alopecia y arrugas diversas, con cara de haber atesorado multitud de manías en sus largas vidas, y una señora de muy agradable presencia.

La cena (de factura moderada, propia de tiempos de crisis) discurrió con normalidad, entre animadas conversaciones.

Pasada la medianoche, Coy Antino y yo, con otros dos colegas, tomamos una copita en un pequeño bar desierto por el barrio de Gràcia, regentado por una pareja de chicas.

A la mañana siguiente, mientras me estaba afeitando (utilizando los numerosos recursos contenidos en mi Unidad Básica de Movilidad, una maletita de tamaño exagerado para pasar una sola noche fuera de casa y que fue frecuente objeto de chanzas), me llamó mi amigo para informarme de que Jesús (con quien habíamos compartido cena la víspera) se había acercado hasta el hotel para tomar un café con nosotros.
La Sagrada Familia, en obras (eternas).
(JMBigas, Febrero 2012)

Cuando terminé el protocolo de aseo matinal, y preparé el equipaje para la partida, me acerqué a un bareto en el rincón de Gala Placidia, junto a lo que fueron durante muchos años las Atracciones Caspolino (y actualmente se está construyendo la nueva sede del Col.legi d'Economistes), donde me esperaban.

Nos fuimos a continuación paseando por la Travessera de Gràcia en dirección a la Sagrada Familia. Quien conozca la calle sabe que es relativamente estrecha, con dos carriles de circulación bastante exiguos, y unas aceras ridículas, que obligan a bajar a la calzada al cruzarse con peatones en sentido contrario. La recompensa es que se pasa frente a muchas de las tradicionales panaderías de Barcelona (Forns y Fornets), de los que salía en esas horas matinales un estimulante aroma a pan recién hecho y a bollería fina.

Cruzamos frente al Mercado de Gràcia, hacia el Paseo de San Juan. Nos llamó en el trayecto Pep, que la víspera no pudo asistir a la cena por un problema médico, y que también nos quería saludar en persona. Quedamos con él frente a la Sagrada Familia.
Detalle de la Sagrada Familia, con caseta de obra incluida.
(JMBigas, Febrero 2012)

Bajamos por el Paseo de San Juan, junto a las pistas para jugar a la petanca que, a esa hora cercana al mediodía, estaban atestadas de jugadores, mayoritariamente hombres de edad entre media y tres cuartos, y también alguna señora.

Llegamos finalmente frente a la Sagrada Familia, que siempre es un impacto visual. Especialmente en estos tiempos en que están trabajando en ella con intensidad, para acercarse a su finalización. En unos meses sin verla, siempre hay elementos nuevos en los que fijarse. La densidad de turistas y visitantes era importante, destacando, como es habitual, los pequeños grupos de japones@s, con caras transidas de alucinación artística.

El día estaba soleado y la temperatura era templada, por lo que nos sentamos en una terracita frente a la basílica, para tomar una cervecita de aperitivo. Al poco rato llegó Pep, para gran alegría de todos.

Charlamos un buen rato y un par de cervezas, un poco de todo. Nuestro AVE de vuelta a Madrid salía de Sants a las tres de la tarde. Pep se ofreció a acercarnos en su coche, y para allá que nos fuimos hacia las dos menos cuarto, pasando antes por el hotel para recoger la impedimenta. Ligerísima, casi inexistente, la de Coy Antino; de tamaño compacto y con ruedas la mía.

Ya en la estación nos tomamos un tentempié antes de abordar el tren. A bordo, una buena siesta casi hasta Zaragoza, y de vuelta a Madrid para las seis menos cuarto de la tarde.

Con ello dimos fin a una visita muy placentera a Barcelona, donde la meteorología sin duda nos acompañó. Una ciudad deliciosa donde yo viví los primeros veintiocho años de mi vida.

Y donde pudimos reencontrarnos con muchos y buenos amigos.

JMBA

No hay comentarios:

Publicar un comentario