Querido Paseante, siempre eres bienvenido. Intenta escribir algún comentario a lo que leas, que eso me ayuda a conocerte mejor. He creado para ti un Libro de Visitas (La Opinión del Paseante) para que puedas firmar y añadir tus comentarios generales a este blog. Lo que te gusta, y lo que no. Lo que te gustaría ver comentado, y todo lo que tú quieras.


Pincha en el botón de la izquierda "Click Here - Sign my Guestbook" y el sistema te enlazará a otra ventana, donde introducir tus comentarios. Para volver al blog, utiliza la flecha "Atrás" (o equivalente) de tu navegador.


Recibo muchas visitas de países latinoamericanos (Chile, Argentina, México, Perú,...) pero no sé quiénes sois, ni lo que buscáis, ni si lo habéis encontrado. Un comentario (o una entrada en el Libro de Visitas) me ayudará a conoceros mejor.



viernes, 4 de junio de 2010

El Guionista

El trabajo del guionista es seguramente de los menos valorados en la cadena de producción cinematográfica.

Sin embargo, de un buen guión es difícil sacar una mala película, y no deja de ser un milagro conseguir una buena película a partir de un mal guión.

Si preguntamos a 100 espectadores por los actores que recuerdan, seguramente saldrán centenares. Si preguntamos por directores, no más de alguna docena, si acaso. Pero si preguntamos por guionistas, seguramente saldrá uno o ninguno.

En el propio cine español ha habido y hay algunos guionistas excelentes, como Rafael Azcona (fallecido hace un par de años), que trabajó con los directores míticos del cine español (como Berlanga, por ejemplo), o Joaquín Oristrell, o los Trueba, o Amenábar, para algunos Almodóvar, o unos pocos más.

El cine es una industria, desde luego. Y lo es porque cuesta mucho dinero poner en pie una película, y por tanto hay que preocuparse de generar dinero luego con su exhibición, venta, reventa, alquiler, o lo que sea que vaya inventando la industria para rentabilizarse a sí misma. O las subvenciones, claro, pero esa es otra historia.

Pero lo es también porque dispone de toda una maquinaria que no puede dejar de funcionar. Y ello provoca que se hagan películas de todo tipo. Usando la clasificación que nos conviene a estos efectos, se hacen algunas películas buenas (de entre las que habrá alguna obra maestra), bastantes peliculitas mediocres, e infinidad de peliculones malos a rabiar.

La industria (hablo en general, no específicamente del cine español) tiene la capacidad de convertir a formato película una historia. Pero la base de cualquier película es la historia, el qué se cuenta, y el cómo se cuenta. Idearla, crearla, desarrollarla en tempo cinematográfico y pulirla es obra del guionista.

Un guionista debe ser un escritor, pero con habilidades especiales. Porque debe ser capaz de imaginar las escenas que permitirán el desarrollo de la historia hasta su culminación. Y ello en un tempo específico, disponiendo de unos recursos que son los propios de esta industria. Con una duración más o menos predefinida, y con unas exigencias de tirón para el público, que vienen obligadas por la necesidad de rentabilidad. Porque la rentabilidad es lo que permite que la industria continúe.

Parece que los guionistas están mal valorados, y, de hecho, hemos visto incluso alguna huelga de ellos en Hollywood, motivada por este hecho.

Entre los directores de cine, los hay directamente mediocres, claro. Pero luego hay muchos que tienen un buen oficio, y son capaces de crear una película interesante a partir de un buen guión. O de salvar con fuegos de artificio una historia mediocre.

Y luego están los que imaginan toda la película en su cabeza, y esta es su criatura casi exclusiva. En el cine español podríamos pensar en Amenábar o Almodóvar, algún Fernando Trueba, Jaume Balagueró, y algunos otros más. O un James Cameron en Hollywood, que ideó Titanic o Avatar casi en su totalidad, y las películas son su obra.

A menudo miramos atrás, y pensamos que antes sí se hacían obras maestras en el cine. Y ello es tan cierto como que todos los años, hoy, aparecen algunas películas que destacan con mucho de las demás. Lo que ocurre es que lo cotidiano nos obliga a estar expuestos a la totalidad de películas que producen las diversas industrias, entre las que abundan las horrendas, nefastas, mediocres, insulsas, y demás adjetivos radicalmente peyorativos.

Mientras que cuando pensamos en los 40' o los 50', las películas que recordamos hoy son SOLO las que fueron excelentes o incluso obras maestras. Todas las mediocridades que produjo la industria en esos tiempos, han sucumbido a la historia, y nadie se acuerda de ellas.

Que hoy recordemos con placer Casablanca, ó En el calor de la noche, ó Belle Epoque, Tesis o las Mujeres al borde de un ataque de nervios, se debe, principalmente, a unos guiones excelentes que se convirtieron en buenas películas por las manos del director y del equipo técnico.

Pero en el principio está el guionista, el que desarrolla una historia y crea unos diálogos que condensan en pocas palabras todas las realidades y todos los sentimientos.

"De los miles de bares de Casablanca, tenía que entrar en el mío" (Humphrey Bogart) ó "Ese es el seminarista, que vuelve al aroma del coño de mis hijas" (Fernando Fernán Gómez en Belle Epoque) ó "Ya me gustaría mentir, pero no puedo. Es lo malo que tiene ser Testigo" (Chus Lampreave en Mujeres al borde de un ataque de nervios).

No se puede decir más con menos palabras. Ese es el arte del guionista.

JMBA

No hay comentarios:

Publicar un comentario